Iba caminando con dos de mis nietos. En el trayecto a mi hogar el mayor me pidió que lo hiciera practicar divisiones.
- Fáciles, Susi, por favor.
- Veamos… tengo seis huevos y somos dos para comer ¿Cuántos huevos comeremos cada uno?
Luego de unos minutos el más chico de mis nietos exclamó feliz:
- ¡Yo sé una, sé una! Tengo cien huevos y somos tres personas ¿Cuántos huevos comeremos cada uno?
El mayor me miró, como diciéndome: esa es difícil.
- ¿Se rinden, se rinden? –preguntó el chiquitín.
- Dale, nos rendimos –respondí.
- ¿Saben la respuesta? ¡CUATRO! Ajajá ¡no lo adivinaron!
Como diría mi padre:
- ¿Con qué razonamiento alfacuético logró ese número?